Todo esto podría decir sobre Juan
de Flores,
“auctor” de biografía desconocida, que fue devorado
por sus libros sin que nunca más de él se supiese, y
regurgitado como si de un Gargantúa se tratase por las
páginas de esos mismos libros, con un nombre sin cara:
“Johan de Flores”.
Wegener,
estableció la teoría de la deriva de los continentes, por
la que hace millones de años sólo había un
supercontinente y éste comenzó a fragmentarse y a moverse
formando los actuales continentes. Este científico
utilizó como demostración de la deriva continental la
coincidencia fisiográfica de las costas de los continentes que
cercan el Atlántico, y demostró que al yuxtaponer tales
estructuras presentan similitudes y se acoplan como si fueran las
piezas de un rompecabezas.
Lo
mismo ocurre con la
“deriva de la historia”: en algún momento de la
primitiva humanidad la historia del hombre fue única, cuando la
realidad no tenía memoria, porque la memoria humana era la misma
realidad. Esta realidad formaba también hace millones de
años, la superhistoria (historia entendida como conjunto de
hechos o acaecimientos provocados por el hombre o la naturaleza en un
momento dado, realmente vividos por la humanidad, sin
intervención de la memoria en el recuerdo y relato de esos
hechos, y sin pasar por el previo tamiz de la razón humana).
Podríamos decir que la superhistoria, en la actualidad, no
existe, lo mismo que no existe el continente único, y que lo que
existe no es más que la infrahistoria o historia alimentada y
contaminada, en definitiva, “creada” por los seres humanos.
La
superhistoria,
única y cierta, empieza a moverse y a fragmentarse cuando de los
hechos ciertos o acaecidos, se pasa a los hechos recordados en la
memoria humana, y de estos a los hechos derivados. Estos últimos
son aquéllos sucesos, que previo paso por la memoria de los
hombres, son transcritos fundamentalmente a papel por los cronistas de
cada época. Tanto los hechos recordados, transmitidos oralmente,
como los derivados, transmitidos por escritura, pueden ser o no
ciertos. Y para discernir sobre su certeza o realidad, es
imprescindible su estudio razonado. A través del estudio de las
obras escritas que se custodian en archivos o bibliotecas, investigados
con visión actual de las cosas, los hechos derivados o escritos
se pueden deducir como razonablemente ciertos o falsos. Antes,
después y junto a esos hechos derivados, están los
acontecimientos o hechos soñados o inventados, producto del
deseo o manipulación del hombre en general, y del
autor-historiador en particular. Y se hace preciso, como si de una
operación quirúrgica se tratara, el diseccionar la
historia real de la historia ensoñada, recomponiendo el
rompecabezas y acoplando las diferentes piezas desde la crítica
intelectual.
Pues
lo antes dicho del
escritor Juan de Flores, es producto de la conjunción de esa
“historia derivada” de los libros, y de esa otra
ensoñada por mi parte, y el bisturí lo dejo para
cirujanos especialistas que puedan realizar la operación en
profundidad y con garantía de resultados exitosos.
3.-
SOBRE LA VIDA DE JUAN DE FLORES.
En
las cuentas de
Gonzalo de Baeza, tesorero de Isabel de Castilla, se recoge el pago por
parte de la reina, a un Juan Flores, en nómina asentada con
fecha 23-VI-1484, de una cantidad de 142.000 maravedíes para
llevar a la reina de Granada telas de brocado raso, terciopelo y raso
verde.
En
las mismas cuentas se
recoge el pago en nómina asentada el 15-I-1487, a
“Costança Ximenes, mujer de Flores, cantor del Duque de
Alba, 6.000 maravedíes, de merced, por que le truxo un
libro”.
Pienso
que los dos
apuntes de entregas de cantidades se refieren al mismo Flores, es
decir, a Juan Flores. Esto porque en el primer apunte de 1484 aparece
el perceptor con nombre y apellido, y es lógico argumentar, que
Gonzalo de Baeza, al asentar pasados más de dos años otro
apunte en el que se pagaba a la “mujer de Flores”
(sólo apellido), estaba haciendo referencia a un personaje
conocido en la corte y conocido por el propio tesorero, y que con toda
probabilidad era el mismo que en 1484, el tesorero identificó
como Juan Flores.
¿Es
este Juan
Flores el celebrado autor de la novela sentimental española? La
mera coincidencia en el nombre y apellido de este cortesano citado por
Gonzalo de Baeza con los de nuestro autor, no establece de manera
categórica que sean la misma persona, aunque la referencia al
objeto del pago a la mujer de Flores, “porque le truxo un
libro”, nos sugiera alguna relación del tal Flores o de su
esposa con el oficio literario.
Para
mi, el dato
principal, que me inclina a mantener que nos encontramos ante el mismo
personaje, es decir, que el Juan Flores que aparece en las cuentas de
Gonzalo de Baeza es el escritor Juan de Flores, es el de que la reina
Isabel de Castilla encargase a nuestro autor, en el año 1476, la
crónica de la guerra civil que sucedió en el Reino de
Castilla y León después de su proclamación como
reina frente a la princesa Juana de Castilla. Así, en la
“Crónica incompleta de los Reyes Católicos”,
el autor escribe:
“Mucho
fuera
nesçesaria la coronica del rey don Enrrique el cuarto puesta y
escripta antes del comienço desta, para que las cosas que han de
acaesçer mejor se entiendan seyendo atadas con los males
pasados, porque de aquella causa las guerras y trabajos de Castilla,
que a mi cargo son de escreuir, nasçieron,…”
Esta
cercanía a
la corte de los reyes Fernando e Isabel, y la confianza que denota el
encargo de la escritura de la crónica de los reyes, hace pensar
que el escritor Juan de Flores sea el mismo personaje que aparece en
las cuentas de Gonzalo de Baeza, cuentas plagadas de entregas de dinero
y otras dádivas a continuos y servidores de la reina.
Y
si
son el mismo
personaje, ¿Sería el libro que llevó
Costança Ximenes a la reina, la crónica encargada a Juan
de Flores? Dados los contenidos “mundanos” de la obra que
conocemos de Juan de Flores, poco compatibles con las preferencias
más religiosas y místicas que la reina parece que
tenía para la lectura, a tenor del inventario de su biblioteca
particular, lo más probable es que si el libro que llevó
Costança Ximenes a la reina pertenecía a la
producción de Juan de Flores, ese libro fuese la crónica
manuscrita.
María
Antonia
Salas Organvídez, en su libro “La transición
de Ronda a la modernidad”, en relación con los pleitos
entre las ciudades de Ronda y Jerez por los términos de Cortes,
recoge la actuación del continuo Juan Flores como juez de
comisión de los reyes castellanos. El proceso se inició
poco después de la toma de Ronda por los reyes de Castilla, en
agosto de 1485, y sobre el cual Juan Flores pronunciará
sentencia en febrero de 1486.
Esta
comisión de
justicia a un continuo de la corte llamado Juan Flores, dada la
coincidencia en el tiempo en que sucedió tal comisión con
las fechas de los apuntes de los pagos a Juan Flores que aparecen en
las cuentas del tesorero de la reina Isabel de Castilla, me lleva a
afirmar que son el mismo Juan Flores, es decir, que el embajador ante
la reina nazarí, el juez comisionado en Ronda, el cantor del
Duque de Alba, y el cronista-escritor, son partes integrantes del mismo
personaje.
El
juez comisionado Juan
Flores dictó sentencia en el pleito que mantenían Ronda y
Jerez, como queda dicho con anterioridad, en febrero de 1486.
Adjudicó las tierras en litigio a Jerez. Ronda, no estando de
acuerdo con la sentencia, apeló a los reyes Fernando e Isabel.
Estos, a primeros de agosto de 1488, piden informe sobre el asunto a
Juan de Torres y al bachiller Juan Alonso Serrano.
¿Podríamos
conocer dónde y cuándo nació el escritor?
Para
ello vamos a fijar hechos significativos que nos ayuden a realizar una
aproximación al tema propuesto.
En
primer lugar, hay que
hacer notar que Juan de Flores, en su novela “Grisel y
Mirabella”, denomina a tres de sus cuatro personajes con
topónimos de tierras aragonesas, cercanas a las faldas de la
cordillera del Moncayo: Grisel, Mirabella y Torrellas.
Torrellas, es en
la
actualidad un municipio de la provincia de Zaragoza, comarca de Tarazona
de Aragón, a unos 3 km. de esta última localidad
cabecera de comarca. A principios del siglo XV, en los reinados de
Fernando I y Alfonso V el Magnánimo, Torrellas, junto a los
pueblos de Santa Cruz y Los
Fayos, perteneció al
Señorío de la familia Gurrea, y posteriormente pasó a los
Duques de Villahermosa.
Grisel, es
también municipio de la misma comarca aragonesa a 3 km. de
Tarazona. Alrededor del castillo de Grisel fue configurándose el
pueblo en la Edad Media, existiendo documentos de que hacia 1301 era
propiedad de D. Lope Ferrench de Luna, y posteriormente de los
Vizcondes de Cardona, quienes en 1351 lo vendieron al Cabildo
Catedralicio de Tarazona.
Mirabella,
era un lugar
cercano a Grisel del que hoy en día no existe memoria, que se
cita en un mapa que se encuentra en la Sala de la Biblioteca Capitular
de la Catedral de Tarazona, sobre “Descripción de los
términos del lugar de Grisel, y sus confrontaciones hecha en
1781 para instruir el pleito que intentó el Ayuntamiento de
Tarazona pretendiendo que la Ziesma o Peada era monte propio de la
ciudad”. En él, numerados, se encuentran los mojones y
lugares del término de Grisel y con el número 5 aparece
Mirabella. A este mapa se hace referencia en el libro “Las casillas de
pico
de la Ciesma en Grisel”, de Joaquín Marco y Félix
A. Rivas, y en el trabajo titulado "Grisel 1781", de Ramón Alcaine,
publicado en el Boletín Informativo de la Asociación Cultural La Diezma.
|